Hoy en día se lucha contra casi cualquier tipo de discriminación que atente contra la integridad física, emocional o psicológica del ser humano.
Seguro sabés lo que es el machismo, el sexismo, el racismo, el clasismo… Son numerosas las ideologías basadas en la discriminación que ya forman parte del lenguaje cotidiano y que resultan popularmente conocidas. Sin embargo, aún hay ciertos conceptos que, aunque pueden percibirse en cuantiosas actitudes, no están instalados a nivel masivo. Uno de ellos es el capacitismo y se basa en los prejuicios en contra de las personas con discapacidad.
“El capacitismo es un conjunto de creencias y también de prácticas que básicamente van a establecer un único modo de entender el cuerpo humano y su relación con el entorno”, dijo a Clarín Mauricio Mareño Sempertegui, licenciado en Trabajo Social especializado en el tema.
En ese sentido, explicó que “este modo de entender el cuerpo humano se va a basar en la creencia de que hay determinadas capacidades que van a estar entendidas como más valiosas que otras, y que quienes las poseen son mejores o superiores que el resto de las personas”.
Al mencionar estas capacidades, Mareño Sempertegui mencionó aquellas que son “deseables, normales, correctas, esperables y esenciales -si pensamos la productividad que el mercado nos exige-”. Como consecuencia de esto, entonces, “este paquete de capacidades va a suponer que hay capacidades únicas y universales, que van a operar como un criterio para juzgar a las personas”.
Para él, esta perspectiva pretende juzgar “quiénes son educables y quiénes no son educables, quiénes son productivos y quiénes no son productivos, quiénes son deseables y quiénes no son deseables, quiénes son deseantes y quiénes no son deseantes”. Y fue aún más concreto: “Va a plantear quiénes van a ser entendidas como humanas y quiénes van a ser entendidas como cuasi humanas o no humanas”.
La base del capacitismo
Pero, ¿en qué se basa esta tendencia? ¿Cómo se explica este dedo que permanentemente señala qué está bien y qué está mal? Según el especialista, “el núcleo de esta ideología es la confusión o el hecho de que se homologa el concepto de capacidad con el concepto de funcionalidad. Y los modos diferentes de realizar una actividad serán el factor clave de cómo van a ser calificados y descalificados”.
La base del capacitismo radica, en el fondo, en la sensación de superioridad de un grupo frente a otro. Se trata de un tipo de discriminación por una razón, como el racismo o el clasismo. En este caso, el ‘pretexto’ en el que se basan las personas que creen en esta ideología es que aquellas que tienen algún tipo de discapacidad (cualquiera y a cualquier nivel) no están capacitadas de ‘forma normal’, cosa que, al final, es un error.
No se considera de ninguna forma que pueda existir diversidad entre los seres humanos; si poseés algo ‘diferente a la norma’, no estás tan cualificado como una persona sin discapacidad y, por tanto, serías inferior. Aunque si lo explicamos de esta forma vemos claramente el sinsentido del pensamiento, el capacitismo, como cualquier discriminación, es un concepto social y, aunque no lo creamos, forma parte de la vida cotidiana.
Tipos de capacitismo
El enfoque del capacitismo puede ser despectivo o apreciativo y existen muchos otros que podemos vivir de primera mano solo con pisar la calle o con mirar ciertas actitudes, pero entre los principales tipos de capacitismo se encuentran:
Por exclusión. No solamente se necesitan personas para que otra se sienta excluida, sino que un entorno no pensado para una persona con discapacidad también puede suponer una dificultad. Sobre todo si la discapacidad está relacionada con movilidad reducida o con problemas de visión, aquellas zonas que se crean sin pensar si el propio diseño podrá acoger a todo tipo de personas dificultan mucho las tareas diarias de un simple paseo o la accesibilidad en edificios, espacios públicos, sistemas de transporte e incluso para eventos.
Por discriminación en el lenguaje. Cuando hablamos de capacitismo no nos referimos únicamente a actitudes o a accesibilidad, sino también a otra de las herramientas que más pueden herir. El lenguaje. La forma que tenemos de expresarnos puede, sin que nos demos cuenta, devaluar a una persona con discapacidad. Un ejemplo perfecto es cuando se emplean palabras relacionadas con una discapacidad como insulto o burla. Este comportamiento no delata únicamente la falta de sensibilidad del emisor, sino toda una serie de prejuicios asociados a esos comentarios.
Por limitaciones en la educación. Cada persona aprende de una forma y los profesores deben entender y comprender que no todo el mundo necesita lo mismo. El problema con el que se encuentran muchas personas con discapacidad en los centros de aprendizaje de cualquier nivel es que el profesorado no está preparado. O, que no sabe o no quiere esforzarse por trabajar según requerimientos específicos, sin hacer caso a las ‘necesidades’ de esos alumnos.
Por falta de consciencia en las interacciones. Otra de las situaciones más comunes que se pueden dar es que una persona con discapacidad, especialmente aquellas que se llaman ‘invisibles’ (porque no hay ningún ‘rastro físico’ visible como: trastorno de déficit de atención e hiperactividad, trastornos del espectro autista, etc.), sea tratada, sin importar su edad, como si fuera una persona completamente ignorante. Muy a menudo son tratados como niños o niñas pequeños/as que no saben qué escoger. Este tratamiento es extremadamente perjudicial para su autoestima. Es una forma indirecta de decirle que no es capaz de cuidar de sí mismo y de que no tiene criterio.
Si jamás habías pensado en este tipo de actitudes, te recomendamos que vuelvas a evaluar la forma en la que te dirigirías a una persona con discapacidad para observar si dirías alguno de estos comentarios. No estamos aquí para criminalizar, pero sí para hacer visible que el capacitismo existe y de que debemos educarnos para no volver a hacer cierto tipo de comentarios. ¡Nunca es tarde para aprender algo nuevo!
Consecuencias
No entendemos el daño que puede generar un comentario negativo a la persona hasta que vemos las consecuencias. En el caso del capacitismo, son igual de graves que en cualquier otra discriminación, no solamente para la persona que lo sufre, sino también para su círculo social y familiar más cercano. Pequeños comentarios o palabras hirientes, una detrás de otra, se van acumulando y comienzan a limitar a la persona que los sufre. Algo que hace que se reduzca su participación activa en la sociedad, por ejemplo, algunas de las repercusiones más frecuentes son:
Exclusión social: Cualquier tipo de discriminación, en realidad, puede conducir a la exclusión social, privando a estas personas de participar plenamente en la sociedad por miedo.
Barreras de acceso: Como hemos comentado arriba, las personas con discapacidad pueden enfrentarse a obstáculos para acceder a la educación, al empleo, al transporte y a otros servicios esenciales.
Estereotipos y prejuicios: El capacitismo propaga estereotipos y prejuicios negativos, haciendo que las personas con discapacidad sean percibidas como individuos inferiores o dependientes.
Baja autoestima: El impacto emocional de esta discriminación se manifiesta en una autoestima baja y en sentimientos de inferioridad debido al sesgo social.
Dificultades emocionales: Es frecuente que estas personas también experimenten ansiedad, depresión y otros problemas emocionales como resultado de la discriminación.
¿Cómo combatirlo?
Al igual que cualquier otra forma de discriminación, abordar el capacitismo significa adoptar medidas y actitudes que fomenten la inclusión y accesibilidad. Mirá algunas de las acciones clave para enfrentar el capacitismo que podemos realizar en cualquier momento, adaptándolas a nuestro comportamiento:
Sensibilización: Es crucial concienciar a la sociedad sobre los desafíos que enfrentan las personas con discapacidad, promoviendo una cultura inclusiva y accesible. También se debe buscar la participación de este grupo de personas en la sociedad. Una opción es dando visibilidad a sus voces en medios de comunicación y en espacios públicos.
Accesibilidad: Garantizar y adaptar la accesibilidad en espacios públicos, transporte y servicios esenciales es imperativo.
Educación: Basada en valores de respeto y tolerancia, la educación puede prevenir actitudes capacitistas y promover la inclusión.
Igualdad de oportunidades: Promover la igualdad de oportunidades en educación, empleo y ámbitos sociales es vital para las personas con discapacidad.
La mejor forma de hacer frente al capacitismo es la educación y la detección de prácticas, comportamientos o comentarios que, aunque no nos demos cuenta, fomentan la discriminación. Solamente entonces nos podremos llamar individuos completamente inclusivos.
Entonces, en la práctica qué es capacitismo
Lenguaje despectivo: Usar términos como "lisiado", "retrasado" o "inválido" para referirse a alguien con una discapacidad.
Asumir incapacidad: Pensar automáticamente que alguien con una discapacidad no puede hacer ciertas cosas sin siquiera preguntarles o darles una oportunidad.
Accesibilidad: No proporcionar rampas, ascensores, o baños accesibles en edificios públicos y privados.
Microagresiones: Decirle a una persona con discapacidad que es "valiente" o "inspiradora" solo por vivir su vida cotidiana.
Exclusión social: No invitar a alguien a eventos sociales porque asumes que su discapacidad les impedirá disfrutar o participar.
Decisiones médicas sin consentimiento: Tomar decisiones sobre el tratamiento médico de una persona con discapacidad sin consultarle o sin su consentimiento.
Burlas o chistes: Hacer chistes o comentarios burlones sobre personas con discapacidades.
Educación segregada: Insistir en que los estudiantes con discapacidades deben asistir a escuelas especiales en lugar de integrarles en escuelas regulares.
Subestimación de capacidades: Asumir que una persona con discapacidad no puede trabajar o tener una carrera exitosa.
Falta de representación: No incluir a personas con discapacidades en los medios de comunicación, publicidad, y otros espacios públicos.
Y qué parece pero no es capacitismo
Ofrecer ayuda: Preguntar amablemente a una persona con discapacidad si necesita ayuda, pero aceptar un "no" como respuesta sin insistir.
Preguntar por accesibilidad: Consultar a una persona con discapacidad sobre qué adaptaciones pueden necesitar en un evento o actividad, sin suponer automáticamente que no pueden participar.
Admiración genuina: Expresar admiración por los logros de una persona con discapacidad, siempre y cuando se haga de una manera que respete su dignidad y no se base únicamente en su discapacidad.
Considerar la seguridad: Implementar medidas de seguridad adicionales para personas con discapacidades en situaciones de emergencia, como evacuaciones, para garantizar su protección.
Educación sobre discapacidad: Incluir contenido educativo sobre discapacidades en programas escolares para fomentar la comprensión y la inclusión, sin caer en estereotipos.
Programas especiales: Crear programas específicos para personas con discapacidades que ofrecen oportunidades adicionales, siempre y cuando sean inclusivos y no segregacionistas.
Etiquetas accesibles: Usar etiquetas o identificaciones que indican necesidades específicas (como "sordo" o "ciego") en ciertos contextos, como eventos, para asegurar una mejor comunicación y servicio.
Solicitar feedback: Pedir a personas con discapacidades que den su opinión sobre la accesibilidad de un entorno o servicio, para hacer mejoras basadas en sus experiencias.
Celebrar la diversidad: Organizar eventos o actividades que celebren la diversidad, incluyendo a personas con discapacidades, de manera que se sientan valoradas y parte integral de la comunidad.
Duda razonable basada en evidencia: Expresar dudas o sentir escepticismo sobre la autenticidad de la discapacidad de una persona cuando hay evidencia concreta y verificable que pone en cuestión su diagnóstico. Por ejemplo, si existen documentos oficiales, testimonios creíbles y/o comportamientos públicos que claramente contradicen los síntomas y características de la discapacidad en cuestión, y si estas dudas se expresan de manera respetuosa y fundamentada, no se considera capacitismo. La duda razonable se basa en hechos y no en prejuicios o estereotipos.
Siguiendo el último punto, hoy en día, y en especial en la era de las redes sociales, estamos expuestos a numerosos influencers y personalidades que pueden no ser quienes dicen ser. Es válido sentir escepticismo ante tantos casos de farsantes que utilizan plataformas digitales para construir narrativas falsas o exageradas. Todos tenemos el derecho legítimo de no creer automáticamente en lo que se nos presenta en línea, y es esencial confiar en nuestro propio criterio para discernir la verdad. Sin embargo, expresar escepticismo no implica invalidar automáticamente las experiencias de otros y convertirnos en capacitistas, sino más bien ejercer precaución y cuidado sobre a quién otorgamos nuestra confianza. Es fundamental mantener un enfoque de respeto al expresar nuestras opiniones y ser conscientes del impacto que pueden tener nuestras decisiones sobre quién creemos y apoyamos.
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¿Qué es y qué no es capacitismo?, tipos y cómo combatirlo.
Fuente: 'Qué es el capacitismo, la ideología que apunta contra las personas con discapacidad' por Guadalupe Rivero para Diario Clarín. 2023. Y '¿Qué es el capacitismo?' por Durcal para el Blog de Durcal. 2024.
Autor: Gudalupe Rivero, Blog de Durcal y El Mundo de Aspi.
Guadalupe Rivero. Redactora de las secciones Familias y Relaciones. Escribe sobre historias de vida, vínculos, sexualidad y diversidad familiar. Es Licenciada en Comunicación Social y Técnica en Periodismo por la Universidad Nacional de La Matanza y Diplomada en Periodismo y Educación por la Universidad Torcuato Di Tella. Antes, trabajó en diversos medios gráficos y digitales nacionales y extranjeros.
Nota: El contenido original ha sido resumido, editado y amenizado por El Mundo de Aspi para facilitar la lectura. Se han añadido colores, imágenes y otros elementos visuales para mejorar la experiencia del lector.
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